Riesgo de contaminación

El riesgo de contaminación cruzada: una realidad más extendida de lo que se piensa

La suciedad no es la misma en todas partes, hay entornos en los que la carga bacteriana es un problema crucial: nos referimos a los contextos relacionados con la atención sanitaria, desde los hospitales hasta los estudios especializados, pero también a los centros de bienestar y los vestuarios, pasando por las cocinas y las industrias alimentarias.

En todos estos entornos delicados, el riesgo de contaminación cruzada es una realidad a la que hay que hacer frente necesariamente: las técnicas de limpieza eficaces y los sistemas avanzados reducen el riesgo, garantizando el control de la contaminación cruzada.

Consejos prácticos para reducir el riesgo de contaminación cruzada

El principio básico que hay que tener siempre presente es que la suciedad recogida en una zona nunca debe entrar en contacto con otras zonas.

Las manos del operario son el principal vehículo de contaminación, por lo que es esencial evitar el contacto de las manos con la suciedad. El uso de guantes ayuda considerablemente, siempre y cuando se laven y se cambien a menudo. Los sistemas sin contacto son ideales para combatir la contaminación porque permiten desenganchar las mopas y las bayetas sucias sin necesidad de tocarlas.

Otro principio básico es utilizar un recambio limpio para cada zona. Los sistemas que hacen posible esta buena práctica son los sistemas preimpregnados, de impregnación a demanda y desechables.

Para diferenciar eficazmente los recambio que se utilizarán en las distintas zonas, es aconsejable basarse en el código de colores: un sistema eficaz cuyo principio básico es que cada color corresponde a una zona específica o a un determinado grado de riesgo.